Acococha y Hurhuawanka.-
En las alturas del Caserío de Wilcahuari, comprensión del distrito de Margos, hay una hermosa laguna cuyo origen se atribuye a la encantadora pastora AGO.
Los lugares cuentan que en cada una de las aldeas que llegan hacia la laguna, que antes era Meseta, vivían dos jóvenes pastores; uno de ellos Gallardo y de toz broncine ha llamado HURUA yla otra, sumamente bella, llamado AGO.
De tanta llevar a pastar sus ovejas hacia la Meseta, terminaron por enamorarse y juraron amarse eternamente.
No podían vivir ni el uno ni el otro separado.
Al comprender el camino que estaban tomando en sus dominios estos dos jóvenes, un día se les apareció el “Aukillo”, hombre de largas barbas, apoyado sobre su bastón y les propuso que para alcanzar la felicidad matrimonial era necesario llegar a la cima de ambos cerros lo más rápido posible, sin voltear el rostro hacia atrás.
Los jóvenes que reconocieron el “Aukillo”, no atinuaron a contradecerlo por temor a su cólera y sin protestar obedecieron.
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Acococha y Hurhuawanka |
Desde aquel entonces la laguna tomó el nombre de OCOCOCHA y la gigantesca piedra que miraba desde el cerro, HURHUAWANKA.
Los lugareños que pasan cerca de la laguna, sobre todo por las noches, refieren que se les presenta una mujer llorando y en seguida desaparece.
8.2. Dos Cerros de Margos.-
En el distrito de Margos, provincia de Huánuco, existen dos cerros llamados José Burgos y doña María Baticola.
Cuentan que un hombrecito, un día salió de Margos en busca de trabajo a las haciendas de Huanuco, pero como ya el cielo amenazaba con llover, buscó refugio en una cueva. La lluvia comenzó a torrentes y continuó hasta llegada la noche; entonces el hombrecito aguardiente y Coca al Jirca para que le cuidara esa noche. Extendió su manta y con las bolas de coca en los carrillos se quedó dormido
A la media noche escuchó pasos que venían desde afuera y una voz femenina le dijo:
“Pasusté José Burgos”
y el visitante constestó:
“Tieneste buen huésped”
A la noche Baticola respondió afirmando y sugiriéndole que no le hiciera ningún daño porque era un hombre pobre.
Al amanecer, el viajero se dio cuenta que sus ojotas habían desaparecidos y al cargar su manta sintió que pesaba, al abrirlo encontró gran cantidad de oro.
Entusiasmado el hombrecito lloró de alegría, agradeció al Jirca y tomó nuevamente la ruta a Margos, pero en el camino encontró los rastros de sus ojotas, entonces comenzó a rastrear con mucho cuidado paso tras paso y al llegar frente a una cueva del otro cerro encontró en el rincón a un esqueleto que los llevaba puestos.
Al comprender de que había caído en la burla, muy enojado los quitó y se los puso, al mismo pie a puntapiés deshizo el esqueleto, Cuando al reiniciar su retorno cargó la manta, todo el peso había desaparecido, al abrirlo, se dio con la ingrata sorpresa de que el oro ya no estaba, en su lugar solo habían huesos y desperdicios.
El muy aún sin salir de su asombro, se sentó a llorar.
De noche, en sueños escuchó que los dos cerros se llamaban:
Ø ¡Yo le di oroooooooooooooo!
Ø ¡Yo los quitéeeeeeeeeeeeeee!
Eran los cerros que pretendieron darle una fortuna, pero su imprudencia hizo que perdiera todo.
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