domingo, 24 de junio de 2012

HISTORIA. XV.- BANDOLERISMO SOCIAL


       El Bandolerismo Social.- En los años en donde no existía el control policial ni militar, ha reinado grandemente, sucumbiendo en miseria a los agricultores y ganaderos productores así como atacando con sorpresa , despojando de sus pertenencias a los viajeros y arrieros que conducían cargas y mercaderías para los diversos pueblos del Ande, es decir en Margos muchas veces eran asesinados la vida de los habitantes de los pueblos pertinentes, principalmente en los llamados Tocanas, asaltaban o atacaban a los viajeros como a sus enemigos desde allí su nombre Tocana, por que era un lugar muy estratégico para emboscar muchos bandoleros esperaban atrincherados a sus enemigos, todo esto fue por el Quítamo de terreno a salto de violación de mujeres a mano armado en esta zona; este fenómeno de cosas es desde los grupos regionales que luchaban por el Quítamos de terreno, luego en la época incaica sucede  lo mismo, en época de la colonia se da mayor realce en la práctica de Bandolerismo y por último en la época de la república se sigue manejando este sistema de asaltos hasta la actualidad; allá por los años de 1880 a 1930; según la versión de los naturales tenemos que los bandoleros habían venido desde San Francisco, Chavinillo, Cajamarca, Dos de Mayo, etc. quienes asesinaban sin compasión a algunos de los campesinos, mientras los cuerpos de los cadáveres quedaron expuestos entre el sol como cualquier otro objeto, entre los bandoleros asaltantes de esos tiempos tenemos por ejemplo la familia Magariño, Chávez de Cajamarca y entre otros; así mismo tenemos de Margos a la familia Roque que fue natural de Racchapampa, principalmente esto fue por el quítamo terreno Margos y Cajamarca; con la instalación del puesto policial en el distrito de Margos recién se paralizaron estos asaltos, quienes venían al mando del capitán Salazar, destacado desde Lima a capturan y mandar a estas personas por que ocasionaba mucho daño a la población, tomando preso a algunos bandoleros lo enviaban a Lima.
Según Primitivo Roque Solórzano, en los años de 1905 – 1912, que los soldados venían desde Lima a Margos y luego mataban a hombre y luego votaban como animales, por que en esos tiempos todavía no existía los cementerios públicos.

La preocupación por el tema es relativamente reciente.  Se inicia en la década del 30, con los trabajos de Víctor Modesto Villavicencio.  Algunos aspectos de nuestra sociología criminal; de José Varallanos.  Los bandoleros en el Perú y de Enrique López  Albújar,  Los  caballeros  del  delito.   Fueron  estudios  de  coyuntura  que correspondían  a  un  momento  de  auge  y  de  generalización  del  bandidaje  rural.

Posteriormente, hay un largo silencio hasta los años sesenta en que se editan las obras de Salomón Vilchez Murga, fusiles y machetes; de Alberto Carrillo, El gran bandido, de Juan Vigil,  Rebelión de Eleodoro Benel, y Carlos Espinoza,  Froilán Alama.  A diferencia  de  los  anteriores  estas  son  versiones  noveladas  de  las  hazañas  de  los “guapos” o de la vida de bandoleros.  Hasta donde tenemos referencia, no hay otros estudios sobre el tema en el país, salvo la incorporación del caso peruano, a un contexto mayor  y  a  modo  de  ejemplificación,  realizada  por  Erick  Hobsbawm  en  su  libro Bandidos, que data de 1974.

El  vagabundaje  y  en  bandolerismo  se  presentaron  asociados  a  los momentos de crisis y de pobreza tanto local como nacional.  Así podemos indicar que la coyuntura de la Independencia auspició la irrupción masiva del bandidaje y del vagabundeo.  Estos movimientos no afectaban al íntegro de la sociedad toda vez que tenían manifestaciones regionales y gradaciones horizontales.  Los potentados y los nobles perdieron ciertos privilegios económicos y políticos, mientras que los sectores subalternos  fueron  violentamente  incorporados  al  circuito  de  la  contienda  militar perdiendo sus vidas y bienes.
Mas adelante, cuando las aguas se aquietan, las gentes del pueblo no fueron  beneficiados por el nuevo orden, y algunos,  como es el caso de los esclavos, que lucharon bajo promesa de libertad, se resistieron a volver a los galpones, otros, como los pongos o colonos, tampoco aceptaron reincorporarse a la hacienda; y los demás indios de  comunidades,  se enfrentaron  a la expansión  de latifundio.   La situación anterior  se agrava  con  la crisis  de producción  y la paralización  del  comercio motivando la estagnación económica, la carestía de la vida y la tormenta social que se encauzó en pos de la libertad y de la lucha por la subsistencia.  Aunque por momentos  estos  fenómenos  fueron  instrumentados  por  los  caudillos  militares,  para zanjar  vendettas partidarias  o  encauzados  hacia  sus  metas  de  captura  del  poder estatal.
Un segundo momento de crisis nacional está asociada a la guerra con Chile  y a su secuela posterior.  La guerra, motivada desde el exterior por la expansión del capitalismo  inglés, encontró a un país desarticulado económica y socialmente.  Las contradicciones  que  se  mantenían  latentes  afloran  con  toda  claridad  en  coyuntura.
Disputas  locales,  caudillajes  emergentes,  guerras  de  castas  y  de  clase  fueron  las modalidades  de  descontento  a  la  explotación.   Otros  componentes  estrechamente vinculados al contexto de la guerra fueron el crecimiento del latifundio y las guerras civiles de los caudillos militares, que alentaron a las montoneras y a los grupos armados  para ponerlos a su servicio.


Un tercer momento de crisis es de los años 1929 – 1933.  El crac del 29 fue tan  violento  que  comprometió  toda  la  estructura  productiva,  a  las  finanzas  y  a  la circulación del capital y repercutió en el aumento del costo vida, en la desocupación, en el empobrecimiento.
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Nuestra  intención  no  es  puntualizar  las  especificidades  sociales  de  las coyunturas  que  hemos  señalado,  sino  más  bien  diseñar  un  esquema  que  nos permita comprender la estructura y lógica del vagabundaje y del bandolerismo.

Observando los periódicos, las revistas y en general los archivos judiciales hallamos noticias y expedientes que dan cuenta del salteo de caminos, abigeatos, homicidios y acciones  de  violencia  que  se  ubican  en  espacios  específicos,  focalizados.   Por momentos, la frecuencia e intensidad de estos fenómenos es de tal naturaleza que el  Estado tuvo que instrumentar formas expresas de apaciguamiento con expediciones militares, como la que encabezara el coronel Matos a la zona norte.  El editorial de El Tiempo de los años de 1920, dijo entonces:
El rico por ser tal tiene contados los días de su vida, que se dilata o disminuye según el torpe capricho de uno de los jefes de esas bandas de forajidos que recorren zonas enteras campeando a diestra y siniestra, escarneciendo el derecho y proclamando con su matonería el imperio de las fuerzas sobre todos los postulados de la vida en sociedad  […] y el pobre si no tiene hacienda que guardar tiene que trabajar para ganar su sustento, corre todos los peligros inherentes al paso de una de esas gavillas de abusivos, de hombres que por tener un haber de muertes mayor  que  las  de sus  jefes  no  trepidan  en  sacrificar   inocentes,  en desnudar mujeres y hacer cuantas tropelías para ser de los mejores en el gremio, de los más mentados como dicen en su jerga.
Por  esta  época  la  vagancia  tuvo  mayor  expresión  en  una  ley  específica, promulgada por el Estado que lo asoció con la ley de Conscripción Vial, por la cual se utilizó la mano de obra indígena gratuitamente en la construcción de caminos y carreteras, en la reparación de estos servicios.  Ideado para el beneficio nacional, en la práctica  fue  más  bien  utilizado  y  orientado  para  intereses  privados  y  de  corte terrateniente.   La  ambición  fue  tal  que  aparecieron  autoridades  que  reclutaban masivamente a los indígenas, y luego en la calificación extraían coimas y sobornos afectando no sólo a los conscriptos sino también a sus familiares que los secundaban.
Por otro lado, la ley de la vagancia fue un arma totalmente lesiva a los indios.  Era una manera de ponerlos a disposición y al antojo de los caciques y gamonales, porque se facultaba a que ellos certificaran el trabajo y la ocupación.  Pero,  obviamente, esta calificación la efectuaban previo pago en dinero o trabajo con lo cual se justificaba la aparente legalidad laboral.  Estos abusos motivaron la huída como una modalidad para no ser habidos y ponerse a salvo de la ley.  El servicio militar obligatorio comprometía también a la población indígena y causó la despoblación del campo.  Estos factores condicionaron el vagabundaje y la clandestinidad, circunstancias propicias para que el bandolerismo adquiriera una connotación singular.
La  Costa,  la  Sierra,  la  ciudad  y  el  campo  fueron  los  escenarios  de  su propagación  y generalización.   Más,  a pesar  de su expansión  a nivel  nacional,  el fenómeno fue adquiriendo cierta localización geográfica.  Si pudiéramos levantar un mapa del bandolerismo podríamos señalar una mancha profunda en la Costa y Sierra Norte (Lambayeque, Cajamarca, Ancash y Piura).  En el Centro del país (Cerro dePasco, Huánuco, Cañete y Chincha) y en el Sur (Tacna, Moquegua, Puno y Cuzco).  El porqué  de  esta  regionalización  tiene  que  ver  naturalmente  con  las  condiciones peculiares de cada zona.   Como se puede notar,  la zona Norte compromete a un espacio mayor.  Esto es seguramente porque en aquel área se mantuvo la continuidad de una serie de costumbres y mentalidades de raigambre colonial, en las que actuaron los esclavos negros, los coolíes chinos, oligarcas costeños el gamonalismo serrana y los indios de hacienda y de comunidades.  Porque, además, la estructura productiva de la Costa, desde fines del siglo pasado, fue dinamizado con un proceso acelerado de desarrollo capitalista y con la reestructuración de las relaciones sociales de producción; y el lanzamiento al mercado de trabajo de los hombres que antes estuvieron afincados en las aldeas y comunidades de frontera.  Una especia de  hinterland y reserva de mano de obra y de productos que fue movilizada hacia la producción de la caña de azúcar, del algodón y del arroz, dando lugar al despertar de los señores locales quienes competían con sus similares por momentos desleal y violentamente.
En la Sierra Central, de típica producción ganadera y de haciendas arcaicas, el ganado  huaccha  y los  huachilleros  se usaron como barreras de contención y de resistencia comunal.  Pero estos comuneros fueron finalmente confinados a la miseria, porque sus propiedades se incorporaron al latifundio.  Aquí el abigeato y el cuatrerismo tienen su razón de ser.  En el Sur el bandolerismo tiene condiciones endémicas.  En Puno, a fines del siglo pasado, durante la expansión del latifundio, donde comunidades enteras fueron absorbidas por la hacienda, surgieron cuadrillas de bandoleros pero que se extinguieron con cierta facilidad.  Siendo la miseria y la pobreza consustancial al bandolerismo,  estos  asumieron  una  peculiar  forma  de  organización  y  de comportamiento.   Modesto Villavicencio indica que las bandas,  pandillas y cuadrilla implican fundamentalmente cantidad de gente, de tal suerte que una banda estaba compuesta generalmente por ocho personas (un capitán, un observador, tres atacantes y un desvalijador).  La cuadrilla era la asociación de dos bandas que pertenecían a territorios  diferentes  y,  finalmente,  la pandilla  era  la  fusión  de  bandas  de distintos departamentos o provincias.
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En ellas el liderazgo se adquiriría luego de haber demostrado frialdad, astucia y valentía  puesta  a toda prueba;  lo  sanguinario  por  momentos  devenía  en  actos de antropofagia.  No hay un estudio específico de la composición social del bandidaje.
¿Eran  grupos  étnicos  específicamente  diferenciados  o,  por  el  contrario,  podían asociarse negros, chinos, indios, blancos?.  Hubo casos de cierta “especialización” que comprometió a poblaciones enteras como las que ha señalado el antropólogo Ricardo Valderrama para un pueblo de abigeos a la zona del Cuzco.  Lo que sí parece ser una constante es que familiares enteras participaban en estos movimientos.  Los niños eran iniciados  desde  muy  pequeños  por  sus  padres  o  mayores.   En  cualquiera  de las modalidades en que el bandolerismo se haya manifestado, abigeato, salteo de caminos, homicidios, etc., se suponía una destreza no sólo en el manejo de las armas sino también en la conducción de los caballos, en el conocimiento de la topografía loca, que fue un aliado natural del fenómeno.  No se podía, por ejemplo, practicar el cuatrerismo allí donde no existieran montes, quebradas y zonas de refugio.  Tampoco ningún novato podía arrear reses o caballos, había que conocer las costumbres de estos animales.
No  bastaba  silenciarlos  amarrándoles  los  hocicos  sino  estar  informados  de  sus querencias.  Por otro lado, en lo que refiere a la organización de las bandas, hay que indicar que estas estuvieron protegidas por autoridades que deben ser considerados en la estructura no visible del abigeato y bandolerismo.El  vagabundaje  y  bandolerismo  son  productos  de  la  propia  estructura  y ordenamiento social del país.  Una sociedad basada en la explotación y en el control de ciertos  recursos,  como  la  tierra  o  el  mineral,  y  que  se  usa  de  la  fuerza  para  su tratamiento y crecimiento, genera la resistencia al orden vigente.  El vagabundaje es quizá el estado inicial de esta protesta.  Desde que los hombres no tienen posibilidades de  ser  incorporados  al  mercado  de  trabajo  y  de  ocupación  están  potencialmente condenados a ello.  El caso del cimarronaje de los es un caso típico de vagabundaje.
Culíes que se iban al monte devenían en fugitivos que se mantenían a salto de mata perseguidos.  Es decir, era “chinos cimarrones”.
Revueltas  y  motines  que  conducían  al  ajusticiamiento  de  los  capataces, mayorales  o  de  los  propios  hacendados  eran  el  desencadenante  de  la  fuga  y  la posterior incorporación a la mendicidad y bandolerismo.  Hubieron también conflictos pasionales donde el dispendio o la infidelidad condujeron finalmente a una suerte de machismo exacerbado y de una “dignidad señorial”, que terminaba asesinando a la mujer amada o vengando ofensas acumuladas.  Este sería el caso, entre otros, de Luis Pardo que tuvo en su origen un hostigamiento provinciano rodeado de problemas de poder  y  de  linaje,  pero  es  solo  después  que  Luis  Pardo  adquiere  la  función  del bandolero social.  Policarpo Escudero, el “zorro de Pomabamba”, inicia su vida trágica y agitada  dando  muerte  a  su  mujer  y  al  amante  en  el  mismo  lecho  de  la  traición.
Después devino el bandolero al fugarse de la cárcel durante la revolución aprista de Huaraz de 1932.
La  definición  de  los  señoríos  locales  y  de  los  poderes  cacicales,  previo reclutamiento  de  sus  propias  clientelas  y  ejércitos  de  guapos,  es  otra  fuente  de bandolerismo “noble”.  Para estos casos, el Oncenio de Leguía fue muy propicio, toda vez que desde la filosofía de la “Patria Nueva” se intentó disminuir el poder de la oligarquía costeña y del gamonalismo serrano, permitiendo el ascenso y la realización de  las  pequeñas  burguesías  provincianas  y  de  las  profesionales  liberales,  que  se asimilaron  a la burocracia  estatal.   Esto generó  en el interior  del país resistencias armadas (liderados por los hacendados), contra el gobierno de Leguía.  El ejemplo típico de ello está dado por Eleodoro Benel en Cajamarca.  Él tuvo que acentuar su primacía local y luego declarar la guerra al Presidente Nacional.
Cualquiera que haya sido el origen del vagabundaje y del bandolerismo,  es interesante observar que estas expresiones de protesta no pudieron ser canalizadas por movimientos de proyección social.  Fueron entonces reacciones inorgánicas frente a la opresión y al poder establecido.  Fueron modalidades primarias y amorfas de reacción frente a la presión y al dominio de impuestos, en unos intentos desesperados por  subsistir  acciones  quijotescas  de  establecer  la  justicia  desterrando  el  mal.   El Nictálope  indígena  de  la  comunidad  de  Yanahuanca  QUE  lucha  contra  la  de Huarutambo, fabulado por Manuel Scorza en Redoble por rancas; el “Fiero” Vásquez, que defiende su comunidad en  El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría, son prototipos consagrados literariamente.  El bandolerismo social que roba para socorrer el indigente, el que se pone al lado de los pobres para enderezar entuertos puede ser, siguiendo ese nombre de Luis Pardo, que viene a ser el “Robin Hodd” peruano y en una menor escala el de Froilán Alama, un negro bandolero de Piura.
No hay evidencias plenas de que los bandoleros hayan sido incorporados a movimientos que tuvieron aspiraciones colectivas de mejoras económicas y sociales.
Quizá la utilización de este fenómeno, en la vida política caudillesca y de tipo señorial,esté  expresado  en  las  gestas  de  las  montoneras  de  Piérola  y  de  Cáceres,  y especialmente en las correrías de resistencia a la invasión chilena.
Por otro lado, vale la pena precisar la persistencia de la tradición andina en la idea de los Incas y del Tahuantinsuyo, puestos en moviendo contra el orden colonial e hispano y oligárquico, fueron los caminos que superaron y no dejaron que en el Sur del país se desarrolle el vagabundaje y el bandolerismo.  Entonces en el Norte del país es la reacción ciega y violenta, pero estuvo más tras el botín y la prebenda cuando no sirvió la soporte al poder ocal, confiándolo autonomía y autoridad señorial de horca y cuchillo.
Con el correr de los años y el avance del capitalismo,  el vagabundaje y el bandolerismo se ha trasladado del campo a las grandes y pequeñas ciudades de la Costa.   Así  como  la electrificación  hizo  desparecer  a los  duendes, las carreteras, ferrocarriles, los soldados silenciaron a los bandoleros rurales de la Costa y de la Sierra del país.
Historia de Margos (Edic. 1996)
Autor: Clidios  Falcón Espinoza

1 comentario:

  1. se dice se comenta en una forma muytecnica pero no se indica los grandes estragos que causaban los bandolros de racchapampa cuando hacian su paso a la cerro de pasco los arrieros huallanquinos

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HOLA BIENVENIDOS A MARGOS

CANDIDATO A LA ALCALDÍA

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